Retro-Análisis: Rygar, la satisfactoria esencia del “muchimatar”

 


Corría el año 1986 cuando quien suscribe, aún siendo un tierno retoño, vagamente se sostenía de puntillas para tratar de ver aquellas imágenes que desprendía la nueva máquina del bar del pueblo y que había causado cierto revuelo entre los jóvenes asiduos a las recreativas. A pesar de someterme a una intensa inhalación del humo proveniente de la colilla que el jugador había dejado sobre la bandeja de la máquina, y que me hacía toser incesantemente, pude vislumbrar aquella adictiva sesión, sin sentido racional alguno, de mata-mata que nos transportaba a un mundo fantástico donde la ley se ejercía a golpe de escudo. Esta experiencia, venida de la mano de Tecmo, se hacía llamar Rygar.

Rygar parte de la versión arcade, objeto de este retroanálisis, cuya razón de ser es la apuesta por la acción directa, sin rodeos ni argumentos que entretengan al jugador (huelga decir que el fin principal de las recreativas no es el epatar con una sólida historia, sino proporcionar juego sin preámbulos y partidas que inciten al desembolso económico). Así, Rygar exhibía, a modo de presentación, una escueta pantalla con un texto que decía: “4,5 billones de años han pasado desde la creación de la Tierra. Muchos dominadores han gobernado en toda su gloria, pero el tiempo fue su peor enemigo y derrotó sus reinos. Ahora el reino de un nuevo dominador comienza…”

 
Esto es todo lo que tendrás que leer en Rygar. El resto depende de tu destreza con las armas.

No obstante, las posteriores versiones de consolas incluyeron en sus respectivos manuales un mayor perfilado de esta desconcertante frase, dando a entender que la acción se desarrollaba en una tierra llamada Argool, auspiciada bajo el diabólico mando de Ligar. Un guerrero que revivía de entre los muertos, de nombre Rygar (apodado el guerrero legendario) debía plantarle cara y derrotarle para devolver la esperanza de paz a una tierra condenada a la destrucción. Ha (re)nacido un héroe y debemos conducirlo a la victoria.

Entrando en el aspecto jugable, Rygar es un tradicional beat’em up en dos dimensiones con scroll lateral, y que puede ponerse, y sirva sólo como símil aproximativo, en comparación con el clásico de Capcom Ghosts ‘n goblins. Rygar no plantea retos en la búsqueda de la ruta a seguir, pues, salvo alguna pequeña excepción, deberemos recorrer un camino constante de izquierda a derecha, lineal como él solo (eso sí, con obstáculos y plataformas), y que hoy en día probablemente no tendría una acogida muy entusiasta entre la comunidad gamer. Para ello nos valdremos del stick, que manejará la dirección del protagonista, y dos botones, acción (fuego) y salto (recordemos que se trata de una recreativa). 

El juego está dividido en veintisiete fases, durante las cuales asistiremos a un catálogo de bestias inmundas que tratarán de arrebatarnos alguna de las tres vidas iniciales con las que emprenderemos la aventura. Como arcade clásico que se precie, no existe la barra de energía, sino que el mero roce con el enemigo conllevará que sucumbamos y volvamos a iniciar la fase donde perecimos. He aquí el verdadero reto que propone Rygar, ya que el goteo de enemigos es incesante y en ocasiones será una opción a considerar el tratar de esquivar y correr a por el siguiente checkpoint que nos conduzca a la siguiente fase. Para más inri, un contador de tiempo nos advertirá de los peligros que supone distraerse en demasía durante las fases, premiando al jugador en función del menor tiempo invertido para completar cada misión.

El héroe porta un arma similar a un látigo, consistente en un disco atado a una cadena metálica que provoca la muerte inmediata con un mínimo contacto, y que podremos potenciar durante la aventura recogiendo los numerosos power up que pueblan las distintas secuencias del juego, así como vernos, durante un tiempo limitado, protegidos por un escudo invulnerable. Su similitud con Ghost ‘n goblins estriba en el modo de juego y el hecho que el jugador deba atender constantemente a ambos lados de la pantalla para tratar de eliminar esa lluvia interminable de enemigos, incluso en ocasiones deberá agacharse para evitar ataques aéreos. Además, el botón de salto no sólo proporciona una oportunista evasión, sino, al más puro estilo Mario Bros., la posibilidad de caer encima de los enemigos, aturdiéndolos durante un breve período de tiempo, aunque no es la opción más recomendable.

Rygar dispone de un modo para uno o dos jugadores, pero en absoluto cooperativo sino el mismo sistema de juego ofrecido de forma alternativa a ambos players

 
Seres de todo tipo asediarán a nuestro héroe durante esta excitante aventura

En lo referente al apartado técnico, hay que tener en cuenta que han pasado más de 20 años desde la aparición de este juego, por lo que, visto actualmente, no supone ninguna revolución, pero sí para su momento de vigor. Rygar contaba con una paleta de colores discreta, creando un juego muy colorista, donde predominaban los tonos rojos y los ocres. Visitaremos constantemente parajes naturales donde fuego, tierra y agua serán los protagonistas. El scroll lateral permitirá que los paisajes vayan variando constantemente, sin que éstos hayan sido detallados en exceso, sino más bien actúan como mero contexto de fondo, consiguiendo un resultado más que suficiente. Las animaciones resultan solventes, sin alardes técnicos, pero que transmiten al jugador la sensación de estar inmenso en una aventura de fantasía.

Probablemente el peor apartado del juego sea el relativo al aspecto musical, y es que Rygar, que proporciona aproximadamente tres cuartos de hora de diversión, sólo dispone de tres pistas musicales, a saber: la que suena durante todas las fases que componen el juego, con una poderosa línea de bajo que acaba por desesperar al jugador; la que podemos escuchar durante la transición entre fases (checkpoint), de aire victorioso y triunfalista; y el tema final, pobrísimo y breve en exceso. Esta, sin duda, es la parte negativa del juego, que pedía a gritos mayor variedad en los temas musicales.

Los efectos de sonido cumplen su cometido. No son numerosos pero sí eficaces, y son fácilmente reconocibles. Así, podremos oír el golpe de nuestro arma al extenderse, el sonido de la lava, la recogida de un power up, el movimiento de alguno de los enemigos, así como exclamaciones del héroe tanto al saltar como al atacar y morir. No es un apartado del que se puedan predicar demasiadas bondades, pero tampoco se le puede achacar de precariedad.

 
En alguna ocasión, el scroll dejará de ser lateral para convertirse en vertical

Rygar es un juego de vieja escuela que opta por introducir al jugador en una aventura, cuyo único cometido es avanzar y sortear las hordas de enemigos que tratarán de restarle vidas (y sus monedas de 25 pesetas). Tecmo no buscó una historia innovadora ni revolucionaria, ni siquiera lo pretendía, simplemente invitó al jugador a “muchimatar”, ofreciéndole un plus de exigencia basado en la dificultad. Y es que el juego, a pesar de su escasa duración, supone un desafío digno de respeto para el jugador experimentado. Por ello, Tecmo dio en el clavo con el factor adicción, y consiguió enganchar al jugador y atenazarle para que se aventurase a finalizar su periplo fantástico.

Si hay que ponerle peros al juego, que los tiene, además de las graves carencias en variedad de temas musicales que ya se han apuntado, no puedo sino criticar la falta de epicidad y de reto que supone el final boss para el jugador, resultando del todo inconexa la dificultad distribuida durante varias fases del juego con el infame, fácil y pobre desenlace de Rygar. Un problema de planteamiento que obligó a incorporar un jefe final pero con una ejecución muy deficiente.

 
Uno de los momentos más bizarros del juego, ¿héroe medieval, kung fu? ¡Estamos en los 80, todo vale!

Mientras todos observaban a Maradona alzar y besar la copa del mundo en Méjico, un servidor soñaba no con emular la destreza balompédica del “pibe”, sino con poder finalizar aquella exigente aventura de la máquina de mi pueblo. Rygar fue uno de los grandes juegos de aventuras en dos dimensiones de su tiempo, que bebía de las fuentes "capcomianas", pero que Tecmo supo dotar de independencia y vida propia a su título. Posteriormente llegarían las versiones de NES, que pulió el error musical del original, pero adulteró su sistema de juego; Play Station 2, con la incorporación de las tres dimensiones; y el más reciente, para Nintendo Wii, pero ninguna de ellas supo plasmar fielmente el espíritu del original, cuando no difirió en exceso de la obra de Tecmo.  Rygar podría considerarse, en su momento, lo que God of war es actualmente, claro que con una menor exposición narrativa y contextualizada, y evidentemente, con menos pechos femeninos.


4 comentarios:

Jorge Peral dijo...

La verdad es que desconocía este título. Imagino que estando en recreativa seguro que era bastante adictivo.

El apartado sonoro me recuerda un poco a Altered Beast de Megadrive.

Buen retro, Angus. Mola recordar los tiempos de las Arcade, cuando tenías que ir a salones recrativos para jugar a juegos mejores que los de casa :P

Unknown dijo...

Lo máximo que llegué a conocer de Arcade fueron los últimos Metal Slug. ¿Nací en la época incorrecta?
Gran retro, Angus. Dan ganas de buscar salones recreativos para jugar a estas antiguas joyas :P

Vitote dijo...

Me ha traído muchos recuerdos de las arcades de los bares, lo de la bandejilla para poner el cigar era algo que hoy en día era impensable...

Nunca jugué a Rygar, pero sí a la máquina de "Willow" y a "Golden Axe" que estuvieron en la arcade del bar de mi pueblo hasta que "Snow Bros." y oh albricias "Street Fighter II", aunque posteriores, con el mismo delicioso concepto de muchimatar.

A cuidarse

Víctor Fernández (Gen.Harris) dijo...

Gran retro, Angus. La versión de Rygar a la que jugué yo era la de NES (con su correspondiente cutrerío en comparación).

Nunca he probado el arcade, pero está claro que ahora debo hacerlo.

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