Confesiones (de un sociópata): ¡Chincha rabiña! ¡Yo tengo un AAA y tú un AA!

Huyendo de un truño.
Como niños en el patio. Esta es el “lema de moda” en el mercado del videojuego. Vender más, avanzar; si, ¿pero a mejor? Es la pregunta que me hago cada vez que veo los futuribles lanzamientos. Con sus fastuosas especificaciones técnicas, su “innovadora” jugabilidad, sus magníficas cinemáticas, sus infinitos modos multijugador, etc. Creo que no hace falta que os diga muchos nombres: Medal of Void,  Mafia Protoccol, Honor II, Dark Alpha...

¿No os parece que los desarrolladores se están estancando? Temo, cada vez que veo esta parrilla de salida, que el videojuego va a acabar como su hermano mayor, por viejo, el cine. Convirtiéndose en un chorreo infinito de contenido calcado, insustancial, tópico, envuelto en un masivo bombo y platillo mediático. Sumergiendo el mercado en una especie de refrito infinito. Como si estuviésemos comiendo “sobras” durante toda una semana… Y cada vez más aceitosas, malas aunque las envuelvas en papel o lingotes de plata.

Así me veo en la tesitura de no atreverme a comprar casi nada de salida no solo porque, generalmente, sus precios son prohibitivos sino que me da miedo "saber" que no me van a aportar nada nuevo. Es más, acabo esperando a las ofertas de las tiendas para lanzarme a la compra. Porque si no es como ir al cine a ver "Los Padres de su Ex-suegra Contratacan" sin novi@ o hij@ que nos haga pasar el rato. (A su manera)

El tema es que tú te lo tienes que pasar bien no el personaje.
Esta es la impresión que tengo cada vez que veo las “novedades”, el presentimiento de que de todos esos juegos solo uno o dos acabará calando, no solo en ventas, si no en todos nosotros. Sino, hazte la siguiente pregunta: ¿Cuáles son los juegos que realmente te dejaron a cuadros el año pasado? No creo que sean más de diez. Y lo que es más triste, suelen ser “hijos” de esos desarrolladores de merecido prestigio. ¿Por qué? Porque priman la “calidad”. CALIDAD en mayúsculas, en sentido amplio. Ese conjunto de rasgos que hacen que un juego esté entre nuestros favoritos, de ahora y de siempre. Que nos hacen disfrutar jugándolo, rejugándolo. Sonreírle mientras anida en nuestro disco duro o estantería sabiendo que acudirás, de nuevo, a por él. Y eso no es HYPE, ni una campaña de marketing digna de unas elecciones presidenciales. Sino calidad, la que para mí es la verdadera innovación. Una innovación que hace que esos desarrolladores de pedegrí, y últimamente con una fuerza y potencial tremendo los desarrolladores indie, me convenzan para comprar, y sobretodo disfutar, de sus obras. Y para lo demás... Os dejo con Molyneux.

1 comentarios:

Bonoman dijo...

Yo ya no creo en la innovación, porque es un recurso limitado y un arma de doble filo.

Cada vez que "alguien" innova en algún aspecto concreto de la jugabilidad de un juego, ese aspecto pasar a convertirse en norma general, y a extenderse como un virus en multitud de títulos posteriores.

Es decir, cada vez que alguien "innova", se hace más complicado sorprender de nuevo, y cuando alguien lo vuelve a conseguir, la cosa se complica aún más.

Yo siempre comparo al mundo del videojuego con el cine, porque parece que están sufriendo una evolución parecida o idéntica; a día de hoy, nadie busca películas innovadoras, busca películas, simple y llanamente, buenas, aunque pertenezcan a un género trillado o cuenten una historia mil veces vista.

Calidad ante todo, y si es posible, innovación, ambas cosas son compatibles, pero la primera debe ser el objetivo, la segunda, un maldito lujo.

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