Análisis Super Mario 3D Land

La llegada de un juego de una de las tres grandes franquicias de Nintendo a una de sus consolas siempre es un acontecimiento que conlleva una gran expectación. En el caso de Super Mario 3D Land este hecho cobra aún más importancia si cabe teniendo en cuenta el pobre catálogo que arrastra la Nintendo 3DS desde sus tímidos inicios hace poco menos de un año. Tras la bajada de precio de la consola al cabo de unos meses, las ventas empezaban a despegar, pero ya no cabe duda de que este Mario ha sido el principal artífice del espectacular despliegue de estas durante la campaña navideña. Ahora, desde El Complejo Lambda, os traemos nuestra opinión sobre el juego. ¿Es de verdad Super Mario 3D Land un título que justifique la adquisición de una 3DS? Pasemos a comentarlo.

Empecemos con el apartado más escueto, el del argumento. ¿Hace falta siquiera explicarlo? Una vez más, nos tocará rescatar a Peach de las garras de Bowser. Si los argumentos de las entregas plataformeras de Mario nunca han sido un aspecto destacable, el de este juego lo es aún menos. La cinemática inicial dura apenas un minuto y medio, momento tras el cual ya nos encontraremos en el mapa del primer mundo, listos para empezar nuestra aventura.

Esta imagen resume el argumento del juego.
En efecto, este juego, a pesar de ser un Mario en 3D (el primero en llegar a una consola portátil), se estructura según el clásico mapa de los mundos de los Mario 2D: una simple línea recta que se irá agrandando a cada vez que acabemos el nivel de turno. Este aspecto es representativo de la característica principal del título: se trata de la primera entrega en 3D de la saga que usa la jugabilidad de las entregas 2D, dejando de lado el estilo utilizado desde la llegada de la franquicia a las tres dimensiones con Super Mario 64.

Esto se traduce por el regreso de varias características conocidas por todos: las setas que nos hacen crecer, las banderas al final del nivel, los distintos power-ups, etc. En cuanto a estos últimos, dispondremos de algunos clásicos como la Seta de Fuego, otros rescatados de entregas más recientes como la Seta de Hielo, y uno nuevo que nos permite lanzar bumeranes (muy útil y divertido de usar). Pero el más importante es sin duda la Cola de Mapache, el objeto más presente en el transcurso del juego. La importancia que se le da a este objeto no es casual, ya que la mayor influencia de esta entrega es sin duda el juego en el que apareció por primera vez: Super Mario Bros 3. El juego también hereda aspectos de los New Super Mario Bros, como las banderas que hacen las veces de check-point y las tres monedas de oro escondidas en cada nivel.

He aquí Bum Bum, uno de los dos únicos jefes del juego, sin contar a Bowser.  Una cifra escueta.
El control es muy intuitivo y permite que cualquiera que haya jugado a otra entrega de la saga tarde poco más de unos minutos en hacerse con él. Además, responde con la precisión característica de los juegos de Nintendo, adaptándose perfectamente a la consola y sin resultar incómodo en ningún momento. Mario dispone de prácticamente todos los movimientos que conocemos, pero una ausencia en particular se hace notar: la del triple salto. Esta habilidad, siempre presente en las entregas en 3D, se echa en falta a la hora de realizar algunas acciones.

La decisión de usar una jugabilidad 2D en vez de la tradicional en las entregas tridimensionales se debe sin duda a la voluntad de adaptar el título a una consola portátil, con niveles que rara vez duran más de 3 minutos, permitiendo así partidas cortas. Siguiendo la política que viene siguiendo Nintendo con sus juegos desde hace años, la dificultad se ha rebajado notablemente: un jugador medianamente experimentado no tendrá dificultades en pasarse los 8 mundos de los que consta inicialmente el juego sin morir más de cinco o seis veces. Estos dos aspectos repercuten muy negativamente en la duración del título. Así, la partida inicial dura de 4 a 6 horas, dependiendo de si el jugador se toma su tiempo en cada nivel o no.

Por suerte, el juego propone una segunda vuelta con 8 mundos adicionales algo más divertida. Sin embargo, la dificultad de ésta sigue siendo demasiado asequible y no será hasta los dos últimos mundos que encontremos niveles que supongan un mínimo reto. Por si esto fuera poco, el juego cuenta con otro aspecto muy negativo: el poco esfuerzo que se nota en todo momento.

Los mundos no respetan ninguna temática en particular  como en New Super Mario Bros Wii. Una pena.
Los diseños de los niveles son muy poco inspirados, abusando de mecánicas demasiado trilladas en el género de las plataformas. Pocas veces nos encontraremos con un nivel que nos sorprenda por su diseño o propuesta, como tantas veces ocurría en los Super Mario Galaxy. Aquí, más bien parece que Nintendo haya decidido aplicar la política del mínimo esfuerzo y dedicarse a hacer un Mario por la simple razón de que necesitaban un título de la franquicia en 3DS, aplicando el esquema clásico y sin intentar hacer nada original que le dé personalidad propia. Esto no significa que el juego no sea divertido, que lo es (cerca del final, se entiende): consigue engancharnos mientras lo estamos jugando, pero después es olvidado muy rápidamente, al no contar con ningún rasgo característico dentro de la franquicia para destacar.

En cuanto al apartado gráfico, cumple con creces. Es sin duda de lo mejor que se ha visto en la consola por el momento, llegando a un nivel muy cercano al de las entregas en Wii. El efecto 3D ayuda a consolidar este apartado, ya que se trata del más logrado que se ha visto por ahora en la consola. Sin embargo, se echa en falta más momentos en el que esta característica sea necesaria jugablemente. Aún no hemos visto ningún juego que use el 3D como parte importante de su mecánica, lo que hace cuestionar la verdadera utilidad de esta función de la consola. Finalizando el apartado técnico, el juego va muy fluido y no sufre nunca de ningún tipo de ralentización.
Las Mansiones Boo, junto con los niveles de Bowser, son las zonas en las que mejor luce el apartado gráfico.
El apartado sonoro rescata muchas melodías de entregas anteriores, particularmente de Super Mario Bros 3, recalcando una vez más la influencia de dicha entrega en este título. Sin embargo, esto conduce a una escasez de melodías propias. Además, las pocas presentes palidecen en comparación con las de juegos anteriores. Poco que decir sobre las escasas voces del juego, ya que son las clásicas que llevan acompañando a la saga desde Nintendo 64.

En definitiva, nos encontramos ante un juego que deja con una sensación agridulce. Por una parte, resulta entretenido, pero padece de su corta duración, de su pobre dificultad, y sobre todo de su uso excesivo de mecánicas ya conocidas. Esto resulta en una entrega menor de la saga, rápidamente olvidable. Esto no impide que sea un juego altamente recomendable dentro del catálogo de la consola, dado su estado actual. Basta con no esperarse una obra maestra equiparable a las demás entregas de la saga, sino un Mario entretenido y con pocas pretensiones. Si lo jugáis con esta idea en mente, seguramente lo disfrutéis mucho más.

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