Opinión: ¿Progreso o Crisis?

Por Víctor "Gen.Harris"

Hoy en día y gracias en parte a empresas como Nintendo que orientan sus productos a todo tipo de público, los videojuegos están experimentando un esplendor que produce beneficios mayores a los de la industria del cine o discográfica. Algunos no dudarán en afirmar que estamos en una época dorada pero, ¿es esa la situación real?



Para reflexionar sobre esto debemos remontarnos a principios de los años 80. Por aquellos tiempos los videojuegos Arcade representaban la cumbre del entretenimiento interactivo. Atari, que había apostado por la consola doméstica, comenzó a llenar el mercado de juegos de dudosa calidad. Empresas terceras plagiaban los títulos más exitosos del panorama y la aparición de los microordenadores de 8 bits y la facilidad para piratear sus juegos hicieron que los usuarios comenzaran a consumir menos, causando lo que sería la primera crisis de la historia del entretenimiento interactivo. Por primera vez las empresas habían cavado su propia tumba. El afán comercial y los cambios en la política de estas compañías para extender el mercado a todo tipo de usuarios desembocaron en el desarrollo de juegos basados en series de televisión, películas, cómics, deportistas e incluso ‘famosillos de medio pelo’, creando auténticas aberraciones que son recordadas hoy en día como verdaderos desastres. Un ejemplo de ello lo tenemos en E.T. para Atari 2600, todo un atentado contra los jugadores que hizo que la compañía norteamericana perdiera millones tras pensar que era una buena idea producir más juegos que consolas vendidas.

Hoy por hoy estamos en una situación muy similar. Muchas distribuidoras están llenando el mercado de juegos que nadie desea comprar augurando un éxito parcial. Los estudios de desarrollo proliferan como setas y los contratos para obtener licencias de incluso las franquicias más absurdas, son cada vez más abundantes. Evidentemente, el tema de la piratería no ayuda. Actualmente existen muchísimos medios para piratear cualquier formato sin ningún tipo de dificultad y es una práctica cada vez más empleada debido a la escasa calidad de los títulos, así como los estratosféricos precios de los que hacen gala hasta los peores juegos.

Es cierto que compañías como Nintendo han conseguido extender su mercado a un nuevo tipo de jugadores –los casual- pero, ¿son verdaderamente compradores fieles?
La respuesta es no. Son gente normal que, impulsada por las modas, compran lo último, lo que más se lleva. No es un mercado estable y los leales usuarios de la empresa nipona están comenzando a cansarse. Hoy por hoy, 8 de cada 9 títulos desarrollados para las consolas de Nintendo están orientados para jugadores casual, haciendo que los consumidores habituales no tengan ningún tipo de motivación para comprar juegos. Lo más curioso es que cuando Wii salió a la venta con una calidad técnica muy inferior a la del resto de plataformas, los que defendían a GameCube asegurando que era la consola más potente del mercado y las demás eran inferiores por no contar con tales maravillas técnicas, cambiaron mágicamente su forma de ver las cosas para alabar las virtudes del Wiimote. El caso es que incluso ellos están cansados de la situación actual y más después de lo sucedido en el E3 2008, en el cual la empresa hizo patente su intención de fortificar esta nueva política presentando como mejores bazas el decepcionante Wii Music y Wii Sports Resort, haciendo que por primera vez en 10 años Nintendo no lance a la venta ningún The Legend of Zelda.

Es cierto que este nuevo mercado produce una cantidad ingente de dinero. En estos momentos los jugadores casual proliferan y las ventas no van mal pero, ¿qué pasará cuando acabe la moda? Los jugadores habituales habrán ido dejando de consumir paulatinamente y cuando los casual se cansen se desencadenará una crisis en la industria.
Lo alarmante es que Nintendo no es la única compañía que orienta sus ventas de esta manera. Cada vez más distribuidoras optan por este modelo de mercado y cada vez hay más ‘basura’ a la venta. Si esto continúa así, la piratería seguirá creciendo y la gallina de los huevos de oro finalmente morirá.

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