Tranquilos, no se alarmen. No es intención de quien suscribe el realizar un análisis en profundidad del esperado (casi diría hasta la obsesión enfermiza) título de Rockstar Games, ya que ni ello recae dentro de mis competencias ni es momento para tal empresa. Ya llegarán las concienzudas disecciones por parte de los miembros de El Complejo Lambda y que, a buen seguro, generarán un encendido debate sobre si la trascendencia de este juego ha sido tal o, por el contrario, la venta de humo ha vuelto a ser la principal estrategia de marketing en una industria con excesiva tendencia a la exhibición casi pornográfica de cajas vacías convenientemente adornadas. Con estas líneas se pretende efectuar un acercamiento modesto, a nivel de usuario, a L.A. Noire, tras haberle dedicado unas primeras horas de toma de contacto, con el fin de despejar ciertas incógnitas que sobrevolaban la incertidumbre del gamer de a pie, aquellas que lo mantenían en vilo, expectante, aunque, por qué no decirlo, con el arma escondida bajo la pechera y cargada, preparada para atacar si aquellas promesas, casi dogmas de fe, se hubiesen convertido en mera propaganda panfletaria.
L.A. Noire, no hace falta decirlo, ha venido recalcando hasta la extenuación su máxima implicación en el aspecto puramente técnico, especialmente en la captación del lenguaje verbal y corporal de sus personajes. Así, la desarrolladora Team Bondi ha inundado la red con diversos videos en los que aseguraba que su nuevo método de captación de las expresiones faciales era poco menos que revolucionario y que la gestualidad y el comportamiento de los personajes se asemejaba casi en una copia idéntica al de un ser humano. No puedo estar más de acuerdo, si en algo van a coincidir todos los análisis de los distintos medios especializados es en este punto. Pocas veces, por no decir nunca, se han visto tal nivel de semejanza y de realismo en este aspecto, logrando una capacidad de inmersión y de profundización dramática que hará que nos frotemos los ojos para dilucidar si lo que estamos viendo en pantalla es real o simplemente es un videojuego. Es un videojuego, efectivamente, pero no cualquier videojuego, estamos ante una obra magna de la narración en este arte altamente influenciada por la literatura y el cine noir, de los que ha sabido adaptar todos sus resortes y aplicarlos con mano maestra a un sector cada vez más exigente como es el de los videojuegos.
El trabajo de detección de expresiones faciales en L.A. Noire es revolucionario y su resultado es impecable
En ocasiones es digno de admiración, e incluso podría decirse que necesario, que alguien dentro de la industria plantee una renovación de los arquetipos establecidos o la utilización de distintas concepciones o prismas a través de los cuales se pueda distinguir la aportación de ideas rompedoras con los cánones tradicionales. Rockstar Games, creadora del actualmente sobreexplotado género sandbox, ha reutilizado recursos que flirtean entre la aventura gráfica, el rol y la acción en tercera persona para, a través de una combinación equilibrada de estos ingredientes, aportar un soplo de aire fresco a la estancada industria del videojuego, obcecada en repetir una y otra vez las mismas fórmulas. Por otro lado, y a diferencia de lo que suele ocurrir en el mundo del videojuego, no se ha visto atada a fechas de entrega, ni presionada en ningún momento por problemas presupuestarios, sino que ha dispuesto de total libertad e independencia, así como de una comodidad económica envidiable, para desarrollar L.A. Noire, lo que nos lleva a sentenciar que Rockstar Games es consciente de la magnitud de sus lanzamientos, y el hecho que un paso en falso podría suponer un duro traspiés para la compañía, de ahí el intenso mimo y cuidado del que son objeto sus productos.
Investigar el escenario del crimen, fundamental para obtener indicios de delito
Quizás para algunos L.A. Noire, como ya ocurriera con Heavy Rain, se trate de una película con ciertos interludios jugables, dada la alta cantidad de secuencias cinemáticas que pueblan el título. Otros, entre los que me encuentro, opinen que el juego de Team Bondi está concebido para el deleite visual, para abordarlo con reposo y serenidad, para dejarse llevar por ese universo que tantas veces hemos visto retratado en el celuloide y que aquí roza la perfección en cuanto a su fiel plasmación artística. L.A. Noire sorprende desde su escueto pero efectivo menú de títulos, con el empleo del blanco y negro como arma arrojadiza y que enamorará a aquellos que se deleitan con el cine de John Huston, Howard Hawks o Raoul Walsh, donde se fraguó y acuñó el que hoy es llamado “cine de gangsters”, reconocido como tal género. Así, seguir las andanzas de Phelps, nuestro personaje, y evolucionar en su progresión profesional y personal, es uno de los grandes logros de este juego, alcanzando una empatía perfecta y una simbiosis entre jugador y personaje milimétrica.
Quizás, y este puede parecer el punto negativo del juego y al que muchos se aferrarán para verter sus iras, la repetición de patrones jugables (es decir, investigación del escenario del crimen, interrogatorio de sospechosos y testigos y captura del presunto culpable) reste enteros a la grandeza del título, debido a que el jugador puede caer en la frustración ante la redundancia que el título propone en el aspecto puramente jugable. No obstante, no debemos olvidar que debemos dirigir la labor de un detective y, como tal, sus métodos de esclarecimiento de los hechos responden a una rutina, por mucho que ello pueda afectar a la variedad y a las distintas opciones de cara al jugador.
Fotograma de La ciudad desnuda (1948) ,de Jules Dassin, fuente de inspiración de L.A. Noire
L.A. Noire es uno de esos juegos que da gusto verlos en movimiento, en los que la acción se queda relegada a un segundo plano y donde adquiere importancia capital la reflexión y el saber medir cada paso que se da, pues un mínimo error puede dar al traste con las pesquisas realizadas hasta el momento. El juego no es el colmo de la exigencia, es cierto, pero, acorde con su filosofía conceptual, L.A. Noire no propone un reto jugable al que está frente a la pantalla, su intención no es la de desesperar al usuario (de hecho, podremos repetir las misiones fallidas y jugar al ensayo – error e incluso saltarnos las misiones en las que nos quedemos encallados), sino la de atrapar al jugador y atraerlo hacia su particular mundo, sin sufrimiento, sin palidecer, tan sólo haciendo uso del raciocinio y de la lógica. Que sí, que estoy de acuerdo con el hecho que la rejugabilidad del título queda en entredicho, pero es indiscutible que las horas durante las que transcurre son fiel reflejo de un gran esfuerzo previo a nivel de guión y de una intensidad magnética. Corrijo, L.A. Noire sí es rejugable, pero no de forma inmediata, sino dispersa en el tiempo.
El interrogatorio y su contraste con las pruebas adquiridas son la base para formular la acusación
Francamente hoy en día se hace necesaria la existencia de títulos de esta índole, ya no sólo por sus virtudes artísticas, que son impagables y que reconocerán y adorarán los aficionados al género negro, sino también, y este es el punto esencial de L.A. Noire, por tender la mano a unas no nuevas, sino recicladas, formas de videojuego que pueden generar tanta atracción como indiferencia. Probablemente el gran error en el que se podría incurrir es el rechazar, de forma superficial, este juego por su orientación alejada de la acción convencional y por su falta de frenesí rítmico, lo que ofrecería una visión poco esperanzadora del tipo de público que mayoritariamente nutre el consumo de videojuegos. L.A. Noire busca, con afán y sosiego, distintas formas de atracción por una industria, la del videojuego, cohibida y excesivamente acomodada. Brindémosle una oportunidad a las nuevas propuestas, aquellas que rompen con el clasicismo y con la diversificación estancada de géneros, porque esas, y no otras, son las que favorecen e impulsan la evolución. Y ahora, si me disculpan, tengo un caso pendiente que resolver.
1 comentarios:
Enorme el artículo.
Éste es uno de esos juegos que tengo como pendientes obligatorios. Cuando se disipe el hype, baje algo de precio y tenga algo de tiempo le dedicaré el tiempo que a buen seguro merece.
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