-¡Qué no me lo creo hombre, que no puede ser!
-Tronco que te lo digo en serio... han sacado unas maquinitas con la pantalla a color...
-Si claro... y de nombre les han puesto Game&Watch Súper Color, no te digo...
-Anda... ¿y tu cómo sabes eso?
Claro que en el año `84, sin Internet, ni móviles, y con apenas un par de cadenas de televisión y el sempiterno periódico de tu padre, no quedaba otra opción que tragarse las trolas que te soltaban los compañeros de clase. ¡Me río yo de los trolletes que pululan por los foros! ¡Con la cantidad de trolas irrefutables que nos decíamos en los recreos!
En aquella época jugábamos a fútbol sin fueras de banda, sin portero y sólo era falta cuando uno de nosotros lloraba o sangraba. Os podéis imaginar que ni aún a palos se lograba que alguien confesara una mentirijilla. Cualquier cosa era mejor que quedar marcado como un trolero ante el resto de tus amigos.
Es por esto que cuando me contaban que el primo de fulanito tenía un amigo que por su cumple había recibido una Game&Watch Supercolor que su padre compró en el último viaje que había hecho a Japón, mi cara no mostró ninguna emoción en particular... ¡No te lo crees ni tu!
Detalle de la caja. |
En cualquier caso. Fueran reales o imaginarias las historias que nos contábamos entre cromo y cromo, una cosa estaba muy clara. Las Supercolor existieron de verdad. Y eran una autentica flipada.
Dos flipadas para ser más concreto. Dos modelos diferentes que presentaron juegos nunca antes vistos en las handhelds de Nintendo. Dos juegos exclusivos de las Super Color que no volverían a repetirse en ninguna otra de las series que conforman el miniuniverso de las maquinitas de Ninty.
En mi opinión el nombre de Súper Color obedece más a una efectista estratagema comercial que a una descripción fidedigna del producto que titula. No en vano las pantallas LCD de ambos modelos utilizaban en realidad un simple filtro coloreado con varias tonalidades para dar ese “supercolor” tan característico de la gama.
Físicamente estas pequeñas maravillas destacan por su forma alargada y posición de uso en vertical. Nada habitual en este mundillo. La pantalla LCD de 36mm de ancho por 66mm de alto, aunque parezca pequeña resulta más que suficiente para desarrollar la característica simpleza jugable de cualquier videojuego de la época.
La carcasa, de plástico plateada se presentaba con las típicas serigrafías y pegatinas con los logos de Game&Watch, Nntendo, el nombre del juego y, por supuesto bien en grande las palabras mágicas, Super Color.
En cuanto a botones, bastaba con una izquierda-derecha de balancín, y otro botón para la acción. Acompañados, eso si, por los eternos botoncitos de reloj, alarma y tipo de juego A/B de todas las G&W.
Un diseño "extraño" caracterizaba a estas handhelds |
La energía necesaria para mover todo esto se obtenía de dos pilas LR44 que albergaba el aparato en su parte posterior. Cubiertas con la típica tapita que terminaba desprendiéndose con tanta facilidad que no era extraño ver un trozo de celo asegurando el cierre. Tal era el problema, no sólo en este modelo, sino casi todas las handhelds, que aún hoy en día es de las primeras cosas que un coleccionista comprueba antes de realizar una compra... La dichosa tapita y su estado. Si alguno de vosotros guarda todavía alguna de las maquinitas de Nintendo, seguro que sonríe al recordarse jugando con un dedo sujetando la tapa de las pilas por detrás. ¡Qué recuerdos!
Merece la pena fijarse en la proto-cruceta de Crabgrab |
En lo que a los juegos se refiere, tal y como comentaba unas líneas más arriba, se lanzaron dos modelos diferentes:
“Spitball Sparky” (7 de febrero de 1984) podría definirse como una suerte de Arkanoid al estilo Nintendo, con un muñeco lanzando una bola hacia arriba para romper los bloques que se mueven sobre su cabeza aprovechando los diferentes rebotes. El juego, aunque simple, resulta tremendamente adictivo y difícil de dominar. El filtro de color fijaba bandas horizontales de diferentes tonalidades.
“Crabgrab” (21 de febrero de 1984) es sin duda uno de los juegos más extraños de todas las Game&Watch. Nuestro personaje ha de empujar hacia la parte superior de la pantalla a los diferentes cangrejos que aparecen por la parte inferior. Así de raro. Casi es mejor echarle un vistazo a las imágenes adjuntas que intentar explicar este juego. En esta ocasión, las bandas de diferentes colores son verticales.
Las Super Color son una serie bastante rara si las comparamos con otras G&W. Tal es así, que siempre parecen no encajar en ese cuadro que conforman los diferentes modelos que vieron la luz de la mano de Gunpei Yokoi. Parecen desentonar demasiado como para formar parte de la misma obra, tanto por los juegos, como por la forma en sí de la propia máquina.
Puede que fuera por esta razón que apenas se vendieron. Se estiman unas ventas aproximadas de unas 250.000 unidades de cada modelo a lo largo de su efímera vida en el mercado. Lastradas por su rareza, por la fiera competencia o por su jugablidad, lo cierto es que su éxito puede considerarse moderado.
Caja, instrucciones y papelitos varios de una Spitball Sparky |
Como anécdota, comentar que gracias a un descuido en la cadena de producción y distribución de Nintendo, salió a la venta una tirada de “Splitball Sparky” en color blanco (aún se preguntan en la Gran N qué pudo pasar). No se conoce la cantidad de estas rarezas que escupió la fabrica, pero lo que está claro es que se trata de una de las piezas más valoradas por los coleccionistas de estas míticas maquinitas.
En su momento corrió también el rumor de que existía una partida de “CrabGrab” blancas... pero hasta que no vea una, no me lo pienso creer. Con la de bolas que he soltado yo en el recreo como para tragarme que los tipos estos de Nintendo cometieron dos veces el mismo fallo... Es más, aunque la viera no me lo creería... Seguro que se trataría de un fake perpertrado por el mismo individuo que soltó el bulo...Fijo que el chaval aquel que lo decía era un trolero de cuidado.
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