Ya han pasado casi dos años desde que Wii U fuese anunciada, de forma oficial, abandonando así el prematuro (y ridículo) nombre de Project café, en el E3 de 2011. Todos recordamos la frustración que causó entre los amantes de este mundillo, el de los videojuegos, la forma en que este nuevo hardware fue presentado en sociedad. Con una ambigua y confusa bienvenida, que provocó el desconcierto generalizado hasta el punto de preguntarse si estábamos ante una nueva consola o un simple add on de Nintendo Wii, la rumorología se fue acrecentando y la sensación de haber dejado pasar una provechosa oportunidad se hizo más y más presente. Un año más tarde, la consola por fin se mostró (aunque bien es cierto que se le dió preponderancia al Gamepad) y salieron a la luz sus bondades (y limitaciones) técnicas. Cumplidos ya los seis meses de vida en el mercado, se hace necesario reflexionar acerca del estado de salud de esta consola y, por encima de todo, el futuro que le aguarda ante el inminente lanzamiento de las consolas de nueva generación en las que Microsoft y Sony han volcado todos sus esfuerzos, profesionales y económicos.
Debo reconocer que siempre he sido admirador de Nintendo, especialmente de los principios estructurales que adoptan a la hora de afrontar sus proyectos, volcados en el puro entretenimiento y no empecinada en el potencial técnico. Crecí con las Game & Watch que llenaban mis trayectos de autobús camino del colegio, disfruté como pocos con aquel Super Mario Bros y con la infinidad de juegos que proporcionó NES y me convertí en un gorrón oficial al visitar no pocas veces la casa de un amigo de mi adolescencia para poder echarle el guante a aquellos brillantes juegos de Super NES. Nintendo reivindicaba la jugabilidad directa, el colorido en sus videojuegos, el esteticismo plástico, la diversión como leit motiv, y en este sentido es incontestable que debe otorgársele un merecido reconocimiento por conseguir dotar de un halo especial a sus títulos y crear emblemas icónicos gracias a la (sobre)explotación de sus mascotas (Mario, Link, Donkey Kong o Samus Aran dan buena fe de ello). De hecho, casi treinta años más tarde, la legión de seguidores de la compañía nipona, e incluso aquellos que no la veneran, se siguen apasionando ante la llegada de un nuevo juego de alguna de estas marcas made in Nintendo (prueba de ello ha sido el reciente Luigi´s mansion 2, que no sólo ha conseguido sorprender como lo hiciese en su momento el título original, sino que ha mejorado sus mecánicas jugables, aunando desafío y diversión en un producto prácticamente único).
Ni siquiera los buques insignia de Nintendo están salvando la difícil papeleta de Wii U
Pero el traspiés que supuso la infructuosa presentación de este nueva Wii U y la confusión global que provocó no ha sido el único quebradero de cabeza para Nintendo quien, en mayor o menor medida, pudo enmendar su error con una puesta en escena de la consola en el pasado E3, sino que a esta circunstancia ha de sumársele el nivel de ventas de la misma, que no ha alcanzado, en absoluto, las expectativas propuestas. Y es que no cabe duda que un relevo generacional es objeto de atención y seguimiento por miles de ojos a nivel mundial, y esta vasta audiencia suele pedir un cambio sustancial, impactante, y que generalmente suele pasar por la potenciación técnica, algo con lo que Nintendo nunca ha acabado de comulgar. Así, ya hemos visto la arquitectura interna de PS4, un auténtico prodigio tecnológico que puede dar lugar, a nivel de consola (que no se me echen los peceros encima), a juegos punteros e inauditos para las consolas de sobremesa. Por otro lado, Microsoft plantará cara en poco más de dos semanas al órdago lanzado por Sony, y sería ingenuo pensar que la nueva Xbox no apostará por la innovación tecnológica. Pues bien, Nintendo parece haber dado la razón a aquellos que pensaban que Wii U era una consola con fecha de caducidad prematura, que había sido lanzada con excesivo retraso, que estaba desfasada a nivel técnico y que se trataba de una consola puente con una vigencia y una atención, tanto por parte del público como de las desarrolladoras, excesivamente discreta.
En ocasiones veo ports
Así, a día de hoy, cuando ya hemos iniciado el mes de mayo de 2013, muy lejos queda ya ese Zombi U que servía como perfecta presentación de las funcionalidades de Wii U, a saber, pantalla táctil, giroscopio y el famoso "juego asimétrico" a través de la doble pantalla, y que, qué duda cabe, suponía, sin ser un juego exquisito, un soplo de aire fresco dentro del género zombi trillado hasta la extenuación. Y es que, aparte del consabido juego de Mario, que no era sino una actualización HD del New Super Mario Bros de Wii, el catálogo de Wii U se ha nutrido tan sólo de títulos que ya pudieron ser disfrutados en las consolas de la competencia y, en algunos casos, con más de un año de antelación (Mass effect 3, Darksiders II, Batman Arkham City, Ninja Gaiden 3 Razor´s edge, el consabido Fifa y NBA 2K, etc), sin aportar exclusividades más allá del cacareado Bayonetta 2 y que, según apuntan las últimas noticias, ha generado desconfianza entre las compañías, quienes ven poco rentable el apostar por esta consola y se confían ciegamente a las plataformas de Sony y Microsoft. Si a ello le sumamos que las novedades que ofrece, a nivel jugable, el Gamepad de Wii U no pasan de ser las de una tablet y que el apartado técnico es prácticamente idéntico, cuando no inferior, a lo visto en las consolas de la competencia (que recordemos, datan de 2005 y 2007), la sensación de desolación no puede ser mayor.
Zombi U, o cómo el efecto bomba de lanzamiento se ha ido diluyendo con el paso del tiempo
Que sí, que es cierto que Nintendo siempre ha nadado a contracorriente y que últimamente apuesta por el entretenimiento familiar y por la diversión "casual", lo que generó una ingente cantidad de títulos infames en la agonizante Wii, pero aparte de estos típicos juegos party y la explotación de los iconos de la casa, se hace necesario ofrecer algo que realmente llegue al consumidor y le haga recapacitar hasta el punto que le haga necesaria y vital para su existencia el poseer una Wii U, cosa que no sólo no ha logrado, sino que está creándose detractores entre sus antiguos seguidores y perdiendo clientes potenciales de cara a futuros proyectos. Y es que debo reconocerlo, más allá del coqueteo con Miiverse y la nostalgia que siento al rejugar el Kirby o el Punch Out de NES o el F-Zero de Super Nes, mi Wii U no ha acaparado en absoluto mi atención y la sensación de arrepentimiento, de que los Reyes Magos se gastaron un dinero innecesario en mi estas pasadas Navidades se ha ido acrecentando. Bien es cierto que hay que dar confianza a los nuevos productos, que se le debe conceder un rodaje, pero la estanqueidad del catálogo de la consola, actualizado con cuentagotas y con juegos de escaso interés y que en absoluto justifican su precio, provoca que la desconfianza se torne en desilusión y frustración.
La idea de jugar desde el baño era tentadora, pero al final, nuestro gozo en un pozo
He encabezado este artículo con la frase "Papá, ¿qué hacemos con Wii U?", y es que, siendo sincero, decidí decantarme por Wii U porque, por un lado, respeto la filosofía de empresa de Nintendo y que me ha perseguido a lo largo de mi vida jugona y, por otro, en calidad de padre, me veo en la responsabilidad de enseñar a mi hija los beneficios de los videojuegos y que aprenda a valorarlos y amarlos como lo hice yo en su momento. Pero el confinamiento que ha sufrido mi Wii U, el olvido en el que ésta ha caído sobre el polvoriento mueble de mi casa donde se agolpan PS3, Xbox 36o y Wii pugnando por la supremacía medida en horas de juego, se ha traducido en una mirada fija y sincera de mi hija hacia mi que, sin mediar palabra, viene a significar, "Papá, ¿de verdad mereció la pena?"
2 comentarios:
Buena reflexión.... la respuesta es la de siempre... tiempo... pero en este caso creo que tampoco vale... PS4 y XBOX Infinity están aquí... con lo que sólo queda repetir: YA ESTÁN AQUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII....
WII U RIP
Esta es una consola que comprar, dentro de unos años, por cincuenta euros para jugar a los cuatro, cinco o seis imprescindibles que tenga.
Por desgracia, porque Nintendo debería haber dado mucho más.
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