Secuela del excelente Metro 2033, basando en el libro
homónimo, en Last Light volvemos a ponernos en la piel de Artyom y comenzaremos
la nueva aventura un tiempo después de los eventos sucedidos al final del
primer juego.
Narrativamente, LL es un juego más que envidiable, de hecho
no solo está, en mi opinión, a la altura de otros títulos tan cacareados como
Infinite, sino que les cruza la cara, les patea el culo y luego se fuma un puro
sobre una montaña de voxáfonos destrozados.
Y es que a diferencia de Columbia, el Metro de Moscú está
vivo, mucho más vivo que en Metro 2033. Cada mesa de cada bar alojará a un
grupo de colegas supervivientes que charlarán sobre esto o aquello y si
parpadeas te lo pierdes, y si estas escuchando a los de la esquina no te vas a
enterar de lo que está diciendo el de más allá.
Y no solo conversaciones, si no que además podremos asistir,
en ocasiones activamente, a varias de las actividades que los habitantes del
metro día tras día, representadas de una manera genial gracias al brutal
apartado gráfico que el juego trae bajo el brazo.
Me ha sorprendido la escasísima repercusión que ha tenido
Metro LL en este aspecto cuando ,en todo a lo referente a gráficos y
tecnología, es un juego extremadamente puntero cuyos escenarios y personajes
están modelados hasta el más mínimo detalle, con contadísimas excepciones, y
una vez observamos los escenarios en su conjunto se abre ante nosotros un mundo
fantástico.
Pero sigamos con la chicha, Metro LL es una delicia
narrativa en parte por su constante manera de hacer tomar decisiones al jugador.
Más allá de las típicas decisiones como "¿matar o noquear?", el juego
aprovechará todo tipo de situaciones que nos irá colocando estratégicamente
para comprobar si somos buena gente, todo esto sin parar el juego un segundo.
El tiempo corre. Tienes que pensar si hacerlo o no de camino, porque quizás
cuando lo hayas decidido sea demasiado tarde.
Por poner un ejemplo, a la hora de empezar el juego tras
pasar una zona especialmente abrumadora en cantidad de enemigos (que
preferiblemente hemos de esquivar) al abrir una puerta nos encontraremos un
tipo leyendo un libro, que levanta la mirada y nos ve, y transformando su
expresión en profunda sorpresa abre la boca. Antes incluso de saber que podía
no acabar con el ya yacía muerto en el suelo con tres tiros en la cabeza.
¿Quién era ese pobre tipo? Al echar un vistazo a la habitación y ver que no
había ni una sola arma, ni un botón de alarma llegué a la conclusión que quizás
fuera tan solo un prisionero de esos cabrones que acababa de esquivar.
Para mí, Metro LL (y Metro 2033, ya que estamos) tienen la
mejor toma de decisiones, la más orgánica, que podemos encontrar en un
videojuego que no esté basado en tomar decisiones (léase The Walking Dead,
Heavy Rain o Beyond), y esto acaba repercutiendo en la narrativa, en como el
jugador percibe el metro y la vida en el mediante sus propios actos, viendo y
dejando al mismo tiempo la esperanza o desolación que, en cierto modo, podremos
ver según el final obtenido.
Y aún más importante que esto, lo que me enamora más todavía
es el metro en sí mismo. Explorar y descubrir un pequeño universo llevo de
cosas interesantes, cosas que pueden aportar cualquier sensación o
conocimiento, en este aspecto el metro
de Moscú me parece sencillamente una obra maestra. La sensación de abstracción
de jugar a Metro LL a oscuras, con todo al máximo y unos cascos buenos con
aislamiento de sonido es increíble. Ofrece escenas tan preciosas y cautivadoras
como absolutamente terroríficas y desagradables. Metro LL es de esos juegos que
te hacen pensar en que la afirmación de "los gráficos no importan" es
una puta blasfemia. El brillante diseño de sonido que destila calidad por los
cuatro costados, acertadísimos efectos gráficos, como una salpicadura de barro
o gotas de lluvia y un ambiente casi respirable hacen que viajar por el metro
sea una experiencia de las que no se olvidan fácilmente.
No olvidemos que, ante todo, Metro LL es un shotter, y como
shotter no solo cumple perfectamente, si no que me parece un título completamente
destacable entre otros. La mecánica como tal no tiene ni un solo fallo,
empezando por armas personalizables hasta la saciedad y terminando por una
jugabilidad y control suavísimos que redondean completamente el factor tiroteos
y el factor sigilo, con suficientes mecánicas añadidas y recompensas al jugador
que harán que no sea un dolor en el culo rejugarlo con el reto de no ser
descubierto o de obtener el final alternativo. A destacar el brillante diseño
de niveles, que mediante una cantidad enorme de distintas situaciones aprovecha
y se marca unos mapas tan perfectos que hasta alguien tan tonto como yo se da
cuenta de lo satisfactorio que resulta jugar y experimentar con ellos: trampas,
pasadizos, recovecos... el metro es otro aliado o enemigo más en el juego. En
Metro LL hay miles de cosas en el metro con las que puedes matar o puedes ser
asesinado, incluido el metro en sí mismo, y no tengo reparos en comparar el
mágico metro de Moscú con la Rapture de Andrew Ryan e irme tan tranquilo.
Por todo esto y mucho más que tiene que descubrir el jugador, Metro Last Light me parece uno de los mejores juegos de este año y de la generación.
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